jueves, 28 de abril de 2011

No es el cuento de la Central Lechera


Es el de Pedro y el lobo, pero adaptado:



Érase una vez un maduro entrenador de fútbol que se pasaba la mayor parte de su tiempo cuidando de sus jugadores y, como muchas veces se aburría mientras los veía entrenar, pensaba cosas que hacer para divertirse.
Un día, decidió que sería buena idea divertirse a costa del equipo rival que había por allí cerca. Se acercó y empezó a gritar:
- ¡Socorro! ¡El árbitro! ¡Que me tima el árbitro!

La gente a la cual ese equipo gustaba cogió lo que tenía a mano y corriendo fueron a auxiliar al pobre entrenador que pedía auxilio, pero cuando llegaron, descubrieron que todo había sido una broma pesada del entrenador. Y se enfadaron.

Cuando se habían ido, al entrenador le hizo tanta gracia la broma que pensó en repetirla. Y cuando vio a la gente suficientemente lejos, volvió a gritar:

- ¡Socorro! ¡El árbitro! ¡Que viene el árbitro!
Los periodistas del fútbol, al volverlo a oír, empezaron a correr pensando que esta vez sí que se había pasado el árbitro, y realmente les estaba pidiendo ayuda. Pero al llegar donde estaba el míster, se lo encontraron por los suelos, riendo de ver como los "ingenuos" habían vuelto a auxiliarlo. Esta vez todos se enfadaron aún más, y se marcharon terriblemente enojados.

A la mañana siguiente, el "special one" volvió a entrenar con sus jugadores en el mismo campo. Aún reía cuando recordaba a algunos paisanos suyos sus artimañas pasadas. Pero no contaba con que, ese mismo día y siendo la noche más importante, el arbi sí se acercó. El miedo le invadió el cuerpo y, al ver que se acercaba cada vez más, empezó a gritar:
- ¡Socorro! ¡El árbitro! ¡Que viene el árbitro! ¡Me va a reventar el once! ¡Auxilio!

Pero esta vez los aficionados al fútbol, habiendo aprendido la lección el día anterior, hicieron oídos sordos.

El gran entrenador vio como el árbitro le expulsaba a Pepe, y chilló cada vez más desesperado:

- ¡Socorro! ¡El árbitro! ¡El árbitro! - Pero la gente y la Uefa en especial continuaron sin hacer caso.
Es así, como el de Setúbal vio como el árbitro se cargaba a un discípulo suyo y permitía al Barça llevarse el partido, sin poder hacer nada. Y se arrepintió en lo más profundo de la broma que hizo el día anterior.

Moraleja: Si vas a estar toda la temporada dando la brasa con los árbitros, calcula para que el día en que Pep te responda no sea el más importante del año.

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